Novena en sufragio de las Almas del Purgatorio

Día 9

MEDITACIÓN DIA NOVENO

Agradecimiento de las benditas Ánimas para con sus devotos

Punto Primero. – Llegamos hoy al día feliz; hoy, con las Comuniones y sufragios que los fieles han ofrecido al Señor, no sólo en ésta, sino en tantas otras igle­sias, muchas de aquellas almas, ayer tan afligidas y desgraciadas, han pasado a ser dichosos habi­tantes y príncipes felices de la Corte celestial. Ya ven cara a cara la Hermosura y Majestad infinita; ya poseen a Dios, que contiene en sí cuanto hay de amable, de grande, delicioso y perfecto. Su entendi­miento ya no puede experimentar ni más alegría, ni más suavidad, ni más dicha.

Si pudiésemos entrar hoy en aquella dichosa pa­tria y contemplar el paso de aquellos Bienaventurados! ¡Qué alegría, qué abrazos se dan tan afectuosos! ¡Qué cánticos ento­nan en acción de gracias al Dios de las misericordias y a los generosos cristianos que las han sacado del Purgatorio! ¡Cómo dan por bien empleadas las penas que en este mundo padecieron!

¡Con qué alegría está di­ciendo cada una de ellas: Dichosas confesiones y comuniones; dichosas las misas que oía, las limosnas, oraciones, penitencias y obras buenas que yo practicaba; dichosas las burlas y escarnios que yo sufría por ser practicante! !Y con qué generosidad pagas, Señor, hasta los sa­crificios más pequeños e insignificantes que hice por tu amor!

¿No quisiéramos nosotros tener nosotros la misma suerte?

Entonces luchemos con­tra las pasiones; que sin luchar no se alcanza la victoria; sin pena, no hay felicidad.

Punto Segundo.- !Y qué dicha, cristiano, la tuya, si has logrado librar del Purgatorio a alguna de aquellas almas! El cielo debe a tus sufragios el nuevo regocijo y la nueva gloria accidental que ahora experimenta. Y aquellas almas di­chosas te deben la libertad, y con ella la posesión de una felicidad infinita. ¿Cómo no suplicarán fervorosamente a Dios por ti? ¿Cómo no van a socorrerte en cualquier necesidad que te encuentres? ¿Qué empeño pondrán en conse­guirte las gracias necesarias para vencer las tentaciones, adquirir las virtudes y triunfar de los vicios?

Y si alguna vez te vieres en pe­ligro de pecar y de caer en el in­fierno, ¡con cuánto celo esas almas dirán al Señor: ¿Vas a permitir, oh Dios, que se pierda eternamente un cristiano que me ha librado a mí de tan horribles penas? ¿No prometiste que alcan­zarían misericordia los que la tu­vieran con el prójimo? ¿Consentirías ahora que cayese en el in­fierno aquel que con sufragios me abrió las puertas del cielo?

¡Dichoso cristiano, cuántos envidian tu dicha! Persevera, y tie­nes segura la palma de la gloria.

Medita un poco lo dicho; encomienda a Dios las Animas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conse­guir en esta novena.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

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